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divendres, 6 de maig del 2011

PADRES DEPENDIENTES.

Todos nacemos con esperanza,
todos crecemos con necesidad,
siempre hay algo que nos falta,
pero nada nos impide avanzar.

La fortaleza surge del esfuerzo y del dolor,
la debilidad es amiga de quien se rinde
solo alimenta el desaliento, no el valor,
porque es temerosa y siempre finge.

Y siempre hay personas que, sin buscarlo
se multiplican, se reinventan
frente a un nuevo panorama que no desean
y sin embargo, ha llamado a su puerta.


Son esos padres incombustibles,
que no saben que lo son
hasta que su día a día se transforma,
para alentar otra vida más vulnerable.

Sin previo aviso su rutina cambia.
Es tan inesperado que no hay tregua,
no hay tiempo para asimilarlo con calma.
El corazón sufre y la mente se desespera.

Ellos “deben” ser seguros y fieles,
atender llantos, estimular gestos
ser a cada momento resistentes
sin dar opción a desencantos.

Son cuidadores, pero ante todo PADRES
que no se amedrentan con facilidad;
que ven sencillos hechos y situaciones
donde otro vería una adversidad.

Héroes en su hogar y en el ajeno,
autodidactas en una carrera sorprendente,
vuelcan todo su amor, su fe y su anhelo
en hacer feliz a su hijo dependiente.

Cada día es un nuevo y desconocido reto;
sus prioridades son ahora diferentes
quieren aprovechar cada instante
para no perderse ni uno solo de sus progresos.

Nunca te llegas a acostumbrar,
pero se impone el aprender y mejorar
porque ellos lo valen, porque se hacen querer
de una manera que, es difícil desfallecer.

Esas espontáneas sonrisas infantiles
actúan como el más preciado bálsamo;
sus muestras de afecto y gratitud,
son un premio: -“¡yo también os quiero!-”.

Pero aún es más duro cuando, en muchos de ellos,
no se aprecian cambios ni leves tendencias
que llenen de esperanza un vacío tan amargo;
la frustración se convierte en su prueba de resistencia.

PADRES
a jornada intensa y completa
precisan de vez en cuando de un respiro
para no olvidarse del todo de ellos mismos,
y recargarse de energía y optimismo.

Es un camino agrio y dulce a la vez,
repleto de lágrimas, constancia y resignación
que precisa de apoyo y protección
para sobrellevar mejor su dureza.

Este es mi sencillo homenaje
a esos anónimos padres-cuidadores
que trabajan con ilusión y coraje
porque su vida también es, ahora, dependiente.


Susanna
Mayo 2011

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